Nuestro Jardín está emplazado frente al Río de la Plata, en la Ribera de Quilmes. Los niños y niñas que conforman las dos salas, llegan cada día cerca de la hora en la que el sol nace desde el horizonte azulado. Son recibidos en la puerta por las dos maestras de cada sala, quienes con un caluroso saludo y una mirada a sus ojos, van entablando y amasando con los niños, el vínculo que sostendrán durante su estar en el jardín; ya que buscamos que la mismas maestras acompañen a cada niño en sus primeros años de crecimiento, fomentando así una mayor cercanía y familiaridad .
Ambas salas son multiedad y en ellas conviven niños y niñas de 3 a 6 años, quienes aprenden conjuntamente, de forma similar a cómo sucedería en un hogar en donde el más grande aprende guiando al más pequeño y éstos aprenden imitando a los mayores. El jardín es un gran hogar, caracterizado por la calidez, la familiaridad y la envoltura para cada niño.
La imitación, es el recurso esencial y natural de las infancias para aprender, razón por la cual las maestras llevan su labor de forma consciente y cuidada, sabiéndose ejemplos vivos para los niños y niñas.
Durante la mañana, la estructuración del tiempo, es clave: una armonía entre momentos de expansión y concentración, hacen que la melodía social del jardín suene bien y sea saludable para cada niño. Los momentos de expansión están caracterizados por las actividades sociales, el jugar de forma libre o el salir al parque, los momentos de contracción, son aquellos en que las propuestas requieren quietud, silencio, concentración o trabajar en forma individual. El equilibrio entre estos tipos de actividades ayuda al ritmo sano del jardín y a su vez, el sostenerlo, posibilita que cada niño pueda anticipar y saber qué es lo que vendrá después, dándoles así sostén y seguridad.
A su vez hay un ritmo semanal, por el cual, cada día de la semana es atravesado por una actividad en particular, que se sostiene y es esperada por los niños.
En este entorno cálido y armonioso, el ritmo ayuda a desarrollar una conformación de la corporalidad saludable. Para esto, la pedagogía Waldorf focaliza en el cultivo de los sentidos volitivos o corpóreos: el sentido del tacto, del movimiento, del equilibrio y el sentido vital.
El desarrollo del sentido del tacto tiene especial importancia, razón por la cual, los materiales que se utilizan son nobles y naturales: madera, lanas, sedas. A su vez, los recursos didácticos se caracterizan por una gran simpleza: muñecas de tela, caracoles, piedras, ramas, juguetes de madera neutra; esto posibilita un gran desarrollo creativo en el mundo de imágenes y fantasías de los niños, ya que son ellos mismos los que definen con sus relatos (verbales o no verbales), el uso y la implicancia que cada objeto tiene en el juego.
La veneración hacia todos los seres vivientes es cultivada durante estos años de la primera infancia, es por eso que en el contacto cercano con la naturaleza los niños desarrollan un vínculo de gran cuidado, respeto, gratitud y admiración; sentando las bases de lo que en el futuro madurará como una conciencia ambiental, tan necesaria en esta etapa cultural.
Las estaciones del año son vivenciadas en profundidad y cada una de ellas es celebrada en Fiestas junto con toda la familia.
Estas celebraciones y otras más, también confieren al ciclo anual una ordenación temporal, siendo esperadas por niños y familias.
Los niños y niñas ingresan al jardín a los tres años de edad y permanecen en él hasta su madurez escolar.
“Como la flor anuncia el fruto, así la niñez del hombre, es la promesa de su vida futura”
R. Steiner







